Cada ciudad tiene su alma definida, impasible y atemporal. Todas diferentes y diversas, con ritmos y esencias únicas por las que nos sentimos atraídos. Deseamos ser parte del espacio en el que vivimos, nos movemos y desarrollamos como personas, a la vez que aspiramos a dejar ...Cada ciudad tiene su alma definida, impasible y atemporal.
Todas diferentes y diversas, con ritmos y esencias únicas por las que nos sentimos atraídos. Deseamos ser parte del espacio en el que vivimos, nos movemos y desarrollamos como personas, a la vez que aspiramos a dejar nuestra casi inapreciable impronta en algún rincón de la inmensidad de la “Urbe”. Ciudades, que superan nuestros sentidos y que jamás llegaremos a comprender completamente, nos permiten redescubrirlas a cada paso que damos.
Creer que las vamos conociendo y las hacemos nuestras no es más que el efecto de dejarnos hipnotizar por su alma seductora. Como si de un gigantesco imán se tratara, las ciudades tienen el poder de unirnos a ella.